Mi experiencia: el camino hacia una vida saludable
Estoy aquí para contarte mi experiencia cuando decidí tomar el camino hacia una vida saludable. Te diré lo que a mí me ha funcionado y que, quizá, pueda servirte de guía para iniciar el tuyo.
Nunca he tenido problemas de sobrepeso. Me consideraba “bendecida y afortunada” por estar dentro de ese porcentaje de personas que pueden comer lo que quieren a toda hora y no engordar ni un gramo.
La mayoría de las veces cocinaba en casa, bajo en sal, pocas grasas y muchas ensaladas. De vez en cuando me rendía ante las tentaciones, aunque para mí no era un problema porque “para eso entrenaba”.
Pero... ¿En realidad estaba siendo saludable?, ¿comer solo ensaladas y privarme de postres, era lo indicado?, ¿podía comer sin medidas y luego quemar las calorías ejercitándome?, ¿qué dieta debería seguir... paleo, keto, ayuno intermitente?
Eran muchas preguntas, pero el tiempo y las experiencias me dieron las respuestas que voy a contarte.
Antes de seguir, recuerda que en el mundo del fitness puedes aprender mucho y guiarte con tan solo hacer clic. Pero debes encontrar las correctas para ti.
Un punto de partida que jamás imaginé
Mientras el mundo colapsaba, todos entramos en pánico. El estrés y la incertidumbre por el COVID-19 cambiaron por completo nuestras rutinas diarias. El confinamiento obligatorio se impuso. Cerraron los gimnasios e ir al mercado a comprar comida sin contagiarte del virus, era un desafío.
A mí me entró la desesperación: ¿cómo iba a comer o a ejercitarme? Sentía que necesitaba comer aún mejor. Los dulces, la comida chatarra, los pasabocas no podían ser parte de mi día a día. Sabía que no eran saludables, ni tampoco mi mejor opción.
Me dejaba llevar por el concepto que inspira a muchos, de que alimentarse saludable es solo comer “hierbas”. Todos los días me preparaba una suculenta ensalada, hasta que un día ya no pasaba ni la lechuga ni la espinaca.
Hasta ese momento, solo sabía hacer ejercicios con máquinas y mi casa estaba lejos de ser el lugar ideal para hacer pesas. Recurrí a lo que muchos hicieron durante el encierro: bajar aplicaciones donde enseñaban o practicaban rutinas. Hice HIIT, yoga, pilates, aeróbicos y más. Pero nada me motivaba. Por mucho ejercicio que hacía, no sentía la satisfacción que da cuando terminas un buen entrenamiento.
Los primeros pasos hacia mi nueva vida saludable
Un día, una de mis amigas cercanas me recomendó una cuenta de Instagram donde “... los ejercicios son buenos, buenos. Los hacen a diario, a las 11:30 de la mañana”. Como muchos mortales, le encontré los “peros” a la situación. “¿A las 11:30 am? No me sirve necesito algo temprano”, le dije.
¡Menos mal recobré la sensatez! Pensé qué no perdería tanto intentándolo si, al fin al cabo, estábamos encerrados en la casa, sin poder hacer nada. Así que, un día cualquiera, decidí sumergirme en el mundo de las apps.
Mi primera semana fue ¡FATAL, FATAL! Solo con el calentamiento mi cuerpo ya no daba para más. Pensé: ¿tan mal estoy físicamente que me ahogo y no puedo hacer el entrenamiento?.
Entrenaba todos los días de 11:30 am a 1:30 pm. Era un tiempo para mí; no estaba para más nadie. Hacia los ejercicios en vivo y terminaba feliz, con energía y desestresada.
A esas alturas, mi alimentación no me preocupaba. Ya no contaba las calorías ni pensaba en las grasas porque, si entrenaba de lunes a sábado a ese nivel, seguro iba a quemar todos los excesos que consumía. Seguía pensando que “comía saludable”, elegía los ingredientes indicados y balanceaba las proteínas, verduras y carbohidratos.
Pero aún me faltaba mucho por aprender.
La evolución parecía imparable
Como todo llega a su final, la cuarentena en Miami terminó. Nos volvimos más “flexibles”, pudimos salir y las transmisiones en vivo terminaron. Pero eso no me detuvo; seguí buscando entrenamientos pre-grabados para continuar con mis rutinas de ejercicios.
Después de varias semanas, me animé a pagar por un programa que no solo me mantuviera activa, sino que me enseñara a explorar el gusto de la cocina saludable.
A diario me levantaba hacer ejercicios y amaba cómo me sentía después de entrenar. Sin embargo, el programa me hizo dar cuenta de que puedes estar mil horas en el gimnasio, pero si no tienes una buena alimentación los esfuerzos son en vano.
Casi de inmediato vi resultados. Perdí peso, mi cuerpo comenzó a tonificarse y mi resistencia aumentaba. Además, descubrí que comer saludable no era solo alimentarse con verduras y ensaladas.
Cuando tenía una lista básica y reducida de alimentación, pensaba ¿qué rayos voy a preparar hoy? Pero al salir de mi zona de confort, se despertó en mí una chef interior que no conocía. Créeme, cuando miras tu lista de compras y ves alimentos que nunca habías probado ni pensaste en comprar, se abre tu mente e imaginación hacia nuevas dimensiones.
Empecé a buscar en internet qué podía preparar con mi nueva lista de alimentos. Comencé a probar e ingeniármelas en la cocina. Imprimí recetas y hasta cambié algunos ingredientes por una versión saludable. ¿Cómo cuáles? Preparé una torta sin azúcar ni harina, un almuerzo completo saludable, hice unas croquetas sanas muy ricas. Y así, descubrí que la cocina puede ser igual de divertida que tu entrenamiento.
Entendí que comer rico no es privarte de comer, ¡es aprender a comer!. Se trata de cambiarte el chip de “gordito” por el de disfrutar la comida sin remordimientos. Y es que la comida no tiene que ser desabrida o descolorida; al contrario, puedes llenarla de colores, sabores y texturas.
Si deseas, puedes entrar a mirar la sección de recetas de Evolution Advance. Tienen para todos los gustos y colores. Además, si quieres organizar tus comidas te invito a que te descargues este planificador semanal de comida saludable.
Es un mundo variado que jamás pensarías que es posible.
De qué se trata tener una vida saludable
Al terminar el programa había perdido 13 libras. Mis medidas bajaron y mi cuerpo se tonificó. Nunca imaginé que volvería a pesar lo mismo que cuando estaba en el colegio. ¡Y lo hice!
Pasé de ejercitarme 3 veces a la semana a 6 veces. Mi seguridad, mi imagen y mi personalidad cambiaron. También se modificó mi perspectiva al descubrir que las transformaciones que vemos en las imágenes, pueden hacerse realidad.
Aprendí que para ser saludable no es necesario tener músculos o el famoso “6-pack”. Tampoco significa comer solo vegetales y bajo en azúcar.
Sé que no todos están dispuestos a hacer sacrificios para lograr su sueño de verse mejor. Reconozco que yo soy de esas “psicópatas” que despiertan a las 4:30 am a ejercitarse y prepararse para el día. Pero es un tiempo que dedico a mi bienestar y lo disfruto.
Uno de mis mayores aprendizajes es que si no me pongo como prioridad, nadie lo hará por mí. Por eso, me regalo todos los días de 1 a 2 horas en silencio para cambiar lo que me agobia por algo que me gusta. También a investigar no solo cómo mejorar, sino aprender cosas nuevas.
Y ¿qué viene ahora?
Aún no tengo el famoso cuerpo que todos aspiran tener, como los de miles de influencers que se encuentran en las redes. Pero me basta con saber que YO me siento bien, que YO me veo mejor y que a dónde voy se dan cuenta de mi cambio.
Algunos te criticarán, otros te admirarán. Pero para mí, lo importante es que te guste la imagen que ves en el espejo. Ese reflejo que muestra tu cambio exterior y hace que tu interior se sienta feliz.
Tener miedo al empezar es normal, pero una vez que empiezas no puedes parar. La vida saludable es mi nueva adicción; la que me ha enseñado a escuchar las señales que me da mi cuerpo.
Cuando estoy estresada sé que los ejercicios me ayudan a relajarme. Cuando tengo un antojo sé que puedo quitármelo con una alimentación balanceada.
Encontré mi pasión, lo que me hace feliz y lo hago a gusto. Y todos los días trabajo para que, al final, el resultado sea una versión mejor y más saludable de mi misma.
Te doy un consejo: hazlo todo en silencio, para que cuando las personas te vean digan Wow!!! me gusta la nueva tú.
Y no olvides, que lo que me funcionó a mí, no necesariamente aplica para ti. Yo me atreví a probar hábitos nuevos, experimenté y me salí de mi zona de confort, para crear mi nuevo YO. Necesitaba la pandemia para darme cuenta de que tenía que hacer cambios para reencontrarme.
Me despido con esta frase de Carl Jung: “Quien mira hacia afuera, duerme y quien mira hacia adentro, despierta”. ¿Cómo la interpreto? Vivimos pendientes de los demás, de lo que la sociedad y las redes nos muestran, nos preocupamos por lo que nuestras amistades dicen, lo que nuestras parejas piensan... Pero muy pocas veces nos miramos a nosotros mismos y nos dedicamos a conocernos mejor.
¡Busca lo que te impulse a ti y comienza tu vida saludable como lo hice yo!