Combo ABC

Sucede porque se descontrolan dos hormonas, la grelina y la leptina.
[strong]La grelina es la que causa hambre[/strong]. Si mantienes una alimentación balanceada la grelina funcionará de maravillas. El problema está cuando comes alimentos procesados que te llenan por instantes y en poco tiempo tienes ganas de comer.
[strong]La leptina es la hormona de la saciedad,[/strong] la que te avisa cuándo dejar de comer. Mientras más grasa corporal tengas, la leptina es menos eficiente y si te vuelves resistente a ella, te hará comer de más y seguirás engordando.

Comer suficientes proteínas es esencial en las mujeres que se acercan a los 50 para evitar la pérdida de músculo relacionada con la edad (sarcopenia).
Lo preocupante es que 60% de ellas sufren de sarcopenia, en gran parte, por una ingesta baja de proteínas.
La dosis recomendada es entre 1,2 a 2,0 gramos de proteína por kg de peso corporal. Por ejemplo, una mujer que pesa 150 libras, debería comer entre 80 y 136 gr de proteína al día
Pero pocas llegan a este requerimiento o lo hacen con alimentos que además de proteínas tienen grasas y calorías que las hacen acumular grasa corporal.
Por eso, un polvo de proteína como Fit & Slim es tu aliado ideal. No solo porque llegarás a la dosis ideal diaria más fácil, sino que lo harás con una proteína de alto valor biológico, con todos los aminoácidos esenciales para la construcción de músculos.

1- Te sacia más que otro macronutriente: al comer menos, pierdes libras y medidas.
2- Acelera el metabolismo: ayuda a desarrollar masa muscular lo que ayuda a “quemar” más calorías, incluso cuando estás en reposo.
3- Recuperación muscular: podrás combatir la flacidez en menos tiempo.
4- Renuevan y reparan los tejidos: de huesos, piel, uñas, vasos sanguíneos, etc.
5- Ayudan al sistema inmune: intervienen en la formación de anticuerpos, hormonas, enzimas, neurotransmisores y otras.
6- Aumentan tu rendimiento físico: dándote energía para todo el día.

El cuerpo tiene que dar 3 pasos para eliminar la grasa: movilizar la grasa almacenada, transportarla hacia las células para convertirla en energía y oxidarla (quemarla).

Pero, a veces, al cuerpo le cuesta movilizar los depósitos de grasa a medida que ganas años o si consumes muchas grasas saturadas y trans.

También, cuando la hormona insulina se eleva por malos hábitos alimenticios o segregas mucho cortisol por dormir mal y estresarte.